En la trampa del continuismo
No es fácil desprenderse de lo rutinario, de la costumbre, de la comodidad que implica el dejar hacer. O peor aún seguir convencido que es mejor malo conocido que bueno por conocer. Es el no adaptarnos a la tecnología universal que comenzó con el transistor, siguió con lo digital y desembocó en la miniaturización.
Tecnología ésta que adoptaron todas las analogías existentes en lavadoras, relojes, teléfonos, radios, el mas simple de los juguetes, equipos de sonido, cámaras fotográficas, por citar solamente los que nos rodean. Aparatos y equipos que han modificado maneras de hacer y de pensar, que nos están llevando hacia otros tipos de cultura que transforman actitudes, sistemas y modos de vida en general.
El cambio es brusco. La humanidad no termina de asimilar un avance cuando otro ya atropella generando conflictos familiares, religiosos, laborales, comerciales, políticos y sociales en general. Más que vaticinio, el análisis lo hizo el futurólogo Alvin Toffler en “El Shock del futuro” ampliándolo en su posterior “La Tercera Ola”. Quienes leímos sus obras siendo maduros comparábamos ese entonces con las épocas de la revolución industrial impuesta por las máquinas de vapor en las fábricas y en el transporte. Quienes aún vivimos hoy, bien podemos comparar este incipiente siglo XXI con esa tercera ola de hace 27 años descrita por Toffler.
Estas olas tecnológicas lentamente asimiladas son las que generan a título individual la resistencia al cambio que nos tiende la trampa del continuismo, continuismo que hace que utilicemos las nuevas tecnologías con mentalidades añejas. Aún creemos que somos los poseedores y manejadores de todas las cuerdas, cuando las cuerdas han sido reemplazadas por rayos infrarrojos, señales inaudibles o en el más rústico de los casos por fibra óptica. Las más afectadas son las comunicaciones sociales aún llamadas “medios masivos”: radio, prensa y televisión.
Y es que, especialmente en provincia (¿Lo que no es Cali, Medellín o Barranquilla?), aún estamos en pañales que, bueno, algo es algo. Pero nos hemos quedado ahí. Nuestros periódicos La Nación y Diario del Huila se pusieron en línea, es decir en la Internet, pero con el mismo esquema del salido de sus rotativas (Cómo me gustaría leerlos en mi lector de RSS). Eso es continuismo con vestido diferente. En ese mismo orden de ideas arropamos al naciente El Andino de Pitalito, pero a la inversa: Escrito digitalmente como si fuera destinado a la impresión, pero con una presentación visual que deja mucho qué desear. Algún día comentaré aciertos y desaciertos bajo la óptica independiente de quien nada les debe.
A Radio Sur se le recordará históricamente el ser la primera en ponerse “on line” con noticias diarias y comentarios de sus lectores. Pero la historia también dirá que se anquilosó en contenido, esquema y visualización. Parece que nuestra emisora del alma sur huilense aún no ha entendido que con hojas de laurel no se rellenan los colchones. Es el típico continuismo con mentalidad añeja. Sus decenas de lectores comprobados en Colombia y en el extranjero merecemos un cambio porque le ha salido un duro rival: el blog La Región.
Otro día será cuando analicemos radio y televisión locales.
En cuanto a este blog, que cayó en la trampa del continuismo siendo presentado como si fuera una revista semanal tradicional con texto y fotos en segmentos o secciones –De esas que se leen cómodamente sentados en un sillón o buenamente recostados, romperá ese esquema que obligaba al lector a dedicarle tiempo especial a cada kilométrica entrega. Ya lo verán.
Tecnología ésta que adoptaron todas las analogías existentes en lavadoras, relojes, teléfonos, radios, el mas simple de los juguetes, equipos de sonido, cámaras fotográficas, por citar solamente los que nos rodean. Aparatos y equipos que han modificado maneras de hacer y de pensar, que nos están llevando hacia otros tipos de cultura que transforman actitudes, sistemas y modos de vida en general.
El cambio es brusco. La humanidad no termina de asimilar un avance cuando otro ya atropella generando conflictos familiares, religiosos, laborales, comerciales, políticos y sociales en general. Más que vaticinio, el análisis lo hizo el futurólogo Alvin Toffler en “El Shock del futuro” ampliándolo en su posterior “La Tercera Ola”. Quienes leímos sus obras siendo maduros comparábamos ese entonces con las épocas de la revolución industrial impuesta por las máquinas de vapor en las fábricas y en el transporte. Quienes aún vivimos hoy, bien podemos comparar este incipiente siglo XXI con esa tercera ola de hace 27 años descrita por Toffler.
Estas olas tecnológicas lentamente asimiladas son las que generan a título individual la resistencia al cambio que nos tiende la trampa del continuismo, continuismo que hace que utilicemos las nuevas tecnologías con mentalidades añejas. Aún creemos que somos los poseedores y manejadores de todas las cuerdas, cuando las cuerdas han sido reemplazadas por rayos infrarrojos, señales inaudibles o en el más rústico de los casos por fibra óptica. Las más afectadas son las comunicaciones sociales aún llamadas “medios masivos”: radio, prensa y televisión.
Y es que, especialmente en provincia (¿Lo que no es Cali, Medellín o Barranquilla?), aún estamos en pañales que, bueno, algo es algo. Pero nos hemos quedado ahí. Nuestros periódicos La Nación y Diario del Huila se pusieron en línea, es decir en la Internet, pero con el mismo esquema del salido de sus rotativas (Cómo me gustaría leerlos en mi lector de RSS). Eso es continuismo con vestido diferente. En ese mismo orden de ideas arropamos al naciente El Andino de Pitalito, pero a la inversa: Escrito digitalmente como si fuera destinado a la impresión, pero con una presentación visual que deja mucho qué desear. Algún día comentaré aciertos y desaciertos bajo la óptica independiente de quien nada les debe.
A Radio Sur se le recordará históricamente el ser la primera en ponerse “on line” con noticias diarias y comentarios de sus lectores. Pero la historia también dirá que se anquilosó en contenido, esquema y visualización. Parece que nuestra emisora del alma sur huilense aún no ha entendido que con hojas de laurel no se rellenan los colchones. Es el típico continuismo con mentalidad añeja. Sus decenas de lectores comprobados en Colombia y en el extranjero merecemos un cambio porque le ha salido un duro rival: el blog La Región.
Otro día será cuando analicemos radio y televisión locales.
En cuanto a este blog, que cayó en la trampa del continuismo siendo presentado como si fuera una revista semanal tradicional con texto y fotos en segmentos o secciones –De esas que se leen cómodamente sentados en un sillón o buenamente recostados, romperá ese esquema que obligaba al lector a dedicarle tiempo especial a cada kilométrica entrega. Ya lo verán.
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