LA POESÍA POR SIEMPRE. Su Día Mundial

Este 21 de marzo es el Día Mundial de la Poesía conmemorado por la UNESCO

Dos eran mis libros de cabecera en aquellos años románticos de bachiller en el colegio nacional Simón Bolívar en Garzón: Un misal, cuando aún no me imaginaba en cuestionar la historia sagrada, y el Gran Parnaso de la Poesía Colombiana. De cabecera es una manera de decir por cuanto el Gran Parnaso era un voluminoso centinela de al menos 100 poesías de nuestros vates más reconocidos. Era que la poesía, siento hoy, estaba en cuanta elevación romántica y espiritual en esos años 50, 60, 70.

Era un romanticismo sonoro, popularmente entendible, rítmico y que fluía no solamente en las letras si no en la manera de pensar y actuar. Era una poesía que se manifestaba en las canciones a ritmos de valses, boleros, tangos, bambucos y demás en donde los versos jugaban a la rima dulcemente en sus estrofas. Una poesía, en fin y para mí, entendible y memorizable. Aún no era esa poesía “inteligente” escrita en versículos como se estila hoy en día. Y si la digo “inteligente” no es demérito por que yo no la entienda aunque algunas veces la sienta. Es que hasta en la manera de verla escrita mostraba la poesía de la forma.

Extraño esos versos con música, con ritmo y con cadencia. Yo no sabía qué eran esos atributos que hoy repaso en un magnífico “apretado resumen de preceptiva” escrito por Ruben Ordóñez y que como perro fiel descansó en mi biblioteca desde el 2001 hasta este momento. No lo sabía pero lo sentía cuando aprendí

¿Quieres que hablemos?
Está bien, empieza.
Habla a mi corazón como otros días.
Pero no, ¿qué dirías?
¿Qué podrías decir a mi tristeza?
……………………………..

O aquellos tristes y filosóficos de Julio Flórez

No os enorgullezcáis niñas hermosas
por que cuerpos tenéis esculturales.
Vuestros carnes se pudren y en las fosas
todos los esqueletos son iguales.

O este poco romántico pero por ello no menos poético:

¡Oh esponjado tamal, yo te saludo!
Salve mil veces oloroso envuelto.
Bienvenido si traes en su seno
dos grandes presas y un carnudo hueso.

Los recuerdos poéticos serían interminables si los asociamos a esos primeros amores de estudiante que aunque “flores de un día son” cada flor en cada día sembró el jardín de nuestros ensueños juveniles.

Y entre muchos de nosotros quién puede olvidar a Porfirio Barba Jacob y su Canción de la Vida Profunda cuando para pasar el examen de locución, modulación y entonación en Radio Sur teníamos que recitarle una y otra y otra vez a don Héctor Polanía Sáchez estos versos:

Hay días en que somos tan móviles, tan móviles,

como las leves briznas al viento y al azar...

Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonría...

La vida es clara, undívaga y abierta como un mar...

Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,

como en abril el campo, que tiembla de pasión:

bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,

el alma está brotando florestas de ilusión.

Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,

como la entraña obscura de obscuro pedernal;

la noche nos sorprende, con sus profusas lámparas,

en rútilas monedas tasando el Bien y el Mal.
………………………………..
Más hay también ¡ oh Tierra ! un día.. un día... un día

en que levamos anclas para jamás volver;

un día en que discurren vientos ineluctables...

¡un día en que ya nadie nos puede retener !

Esa era y es mi poesía. La clásica, no el género prosaico descompuesto en versos libres. ¡Bendita poesía de ayer!

Les invito en el siguiente artículo a unas poesías de otro laboyano por adopción y quien junto a otros poetas de nuestro adoptado terruño engrandecen nuestras letras: Rubén Ordóñez Ortega.

Valga la fecha de este reconocimiento mundial a la poesía, para volver a la entrada “En el Umbral” que presentó el poemario del doctor Luis Alfonso Triana Perdomo.

Fotografía Nasa, nebulosa Orión