Cosas que recuerdo, veo y oigo
Uno de los motivos que me inspiraron para abrir un blog hace algo más de un año fue el deseo de hacer denuncias fotográficas de tantas pequeñas cosas que pasan desapercibidas a sus responsables.
El primer blog que se le atravesó a mi curiosidad fue uno en inglés que denunciaba con fotografías como los conductores en diversos estados de los EE. UU. parqueaban sus autos en sitios reservados a minusválidos. La fotografía que mostraba el color del vehículo, su placa y la señal de tránsito que así lo prohibía se complementaba con breve texto de hora, lugar y fecha. Cientos de infracciones se levantaron apoyados en los testimonios del blog, y lo que es mejor se respetaron los sitios para el tránsito de las sillas de ruedas. Fue cuando quise replicar esa idea de colaboración ciudadana pues desde hace rato me picaban la curiosidad unas señales de tránsito en mi ciudad, que de una las consideré tan infractoras como infractores serían quienes no las obedecían.
El fotógrafo que fui algún día se vio frustrado ante la ausencia de cámara fotográfica y por consiguiente el blog no vio la luz pública como lo concebía. La idea no se quedó en la oscuridad de los proyectos irrealizados; se la transmití a un periodista colega de cámara al cinto y de allí surgió un blog gráfico informativo de amplia consulta diaria, quizá el primero de su género en el sur del Huila. Nacieron así, editadas en mi ciudad, las revistas “La Región” del periodista Alberto Renza Lizcano y “Observatorio”, de quien garrapatea estas líneas.
Lo rojo prohíbe mientras lo amarillo advierte
Al menos así es la cuestión en cuanto a señales de tránsito que están normadas en el Código Nacional de Tránsito Terrestre (Ley 769 de 2002, agosto 6) unificadas previamente a nivel internacional por la ONU en 1949 y aprobadas en 1955 según ponencia de un comité de expertos nombrado por la misma organización mundial. Colombia las adoptó en 1982 mediante la Ley 62.
Pero resulta que la administración municipal –no la actual si no la otra- mediante su oficina de Tránsito se inventó unas nuevas, hizo quedar mal a los profesores de primaria que enseñan a los párvulos a reconocer y respetar las señales, a las campañas de la policía que ha diseñado interesantes cursos vivenciales para los escolares, y posiblemente causen admiración burlona a los turistas. Sus señales particulares, del tipo horizontal o sea las impresas sobre el pavimento o cemento de las calles, han cambiado totalmente los colores. La Ley dice: “Orlas y líneas oblicuas en rojo, fondo blanco y símbolos en negro” para las señales reglamentarias.
Aún quedan algunas de esas prohibitivas pintadas de amarillo y blanco en nuestras calles y carreras. ¿Cuánto costaría ese contrato? Posiblemente algunos periodistas de ese entonces no lo denunciaron por que pecaron por ignorancia o por conveniencia. Sabrá Dios.
El primer blog que se le atravesó a mi curiosidad fue uno en inglés que denunciaba con fotografías como los conductores en diversos estados de los EE. UU. parqueaban sus autos en sitios reservados a minusválidos. La fotografía que mostraba el color del vehículo, su placa y la señal de tránsito que así lo prohibía se complementaba con breve texto de hora, lugar y fecha. Cientos de infracciones se levantaron apoyados en los testimonios del blog, y lo que es mejor se respetaron los sitios para el tránsito de las sillas de ruedas. Fue cuando quise replicar esa idea de colaboración ciudadana pues desde hace rato me picaban la curiosidad unas señales de tránsito en mi ciudad, que de una las consideré tan infractoras como infractores serían quienes no las obedecían.
El fotógrafo que fui algún día se vio frustrado ante la ausencia de cámara fotográfica y por consiguiente el blog no vio la luz pública como lo concebía. La idea no se quedó en la oscuridad de los proyectos irrealizados; se la transmití a un periodista colega de cámara al cinto y de allí surgió un blog gráfico informativo de amplia consulta diaria, quizá el primero de su género en el sur del Huila. Nacieron así, editadas en mi ciudad, las revistas “La Región” del periodista Alberto Renza Lizcano y “Observatorio”, de quien garrapatea estas líneas.
Lo rojo prohíbe mientras lo amarillo advierte
Al menos así es la cuestión en cuanto a señales de tránsito que están normadas en el Código Nacional de Tránsito Terrestre (Ley 769 de 2002, agosto 6) unificadas previamente a nivel internacional por la ONU en 1949 y aprobadas en 1955 según ponencia de un comité de expertos nombrado por la misma organización mundial. Colombia las adoptó en 1982 mediante la Ley 62.
Pero resulta que la administración municipal –no la actual si no la otra- mediante su oficina de Tránsito se inventó unas nuevas, hizo quedar mal a los profesores de primaria que enseñan a los párvulos a reconocer y respetar las señales, a las campañas de la policía que ha diseñado interesantes cursos vivenciales para los escolares, y posiblemente causen admiración burlona a los turistas. Sus señales particulares, del tipo horizontal o sea las impresas sobre el pavimento o cemento de las calles, han cambiado totalmente los colores. La Ley dice: “Orlas y líneas oblicuas en rojo, fondo blanco y símbolos en negro” para las señales reglamentarias.
Aún quedan algunas de esas prohibitivas pintadas de amarillo y blanco en nuestras calles y carreras. ¿Cuánto costaría ese contrato? Posiblemente algunos periodistas de ese entonces no lo denunciaron por que pecaron por ignorancia o por conveniencia. Sabrá Dios.
1 comentarios:
Eso es una muestra de la falta de profesionalismo de nuestros gobernantes, esos mismos elegidos por el pueblo soberano, en su infinita sabiduria colectiva, gracias te damos democracia por permitirnos elegir para los cargos gerenciales y directivos a estos simpaticos y siempre sorprendentes mandatarios,dignos representantes del pueblo elector. Falta ver que otra genialidad se emane de esos cerebros siempre pensantes, que gran plan para el futuro del municipio se engendre en las oficinas de la alcaldia y en los despachos de los secretarios. Eso padre es solo una muestra de esta bellisima y soberana tierra macondiana.
Publicar un comentario